“Vivimos una segunda década perdida”
El ex director gerente del Banco Mundial y exministro de Hacienda insiste en que el remedio contra la pobreza es la generación de empleos, y lamenta que El Salvador pierda terreno en la atracción de inversiones.
Juan José Daboub fue, durante la administración de Francisco Flores, ministro de Hacienda y secretario técnico de la Presidencia. También fue, durante cuatro años, director gerente del Banco Mundial. Ahora, dedicado al ámbito empresarial, académico y como fundador y director gerente del Instituto por la Adaptación Global, se toma un tiempo para opinar sobre el rumbo que lleva El Salvador.
Defiende que las reformas estructurales que se realizaron cuando él estuvo en el Gobierno, como la dolarización y la privatización de la telefonía, marcaron la pauta de la ruta hacia el desarrollo, una ruta que, en su opinión, se ha dejado de lado.
¿Cómo ve la situación económica en este momento en El Salvador?
La economía mundial está pasando por una serie de retos importantes, y nuestro país no es la excepción. Nuestro país tiene problemas exógenos, por eventos que no dependen de nosotros, y problemas endógenos. Los problemas de los que no tenemos control tienen que ver con actos de la naturaleza y con el precio de productos que tenemos que importar, como petróleos y algunos alimentos. Los temas internos tienen que ver con la falta de seguridad personal y jurídica, las instituciones en debilitamiento, tenemos una corrupción que lamentablemente va creciendo. Pero tenemos también un noble pueblo que ha pasado por muchas vicisitudes a través de la historia, desde una guerra fratricida hasta eventos naturales como los terremotos de 2001 y las recientes lluvias, y logramos salir adelante porque los salvadoreños somos trabajadores, dedicados, salimos adelante aquí y en otros países.
¿Qué fortalezas tiene la economía salvadoreña que deberían impulsarse, tanto desde el Gobierno como desde el sector privado?
La clave está en la generación de empleo, no hay mejor herramienta para reducir la pobreza que la generación de empleo. El que usted le dé una bolsa de alimento a alguien que lo necesita le va a alimentar para hoy en la noche y mañana en la mañana, pero si esa persona puede tener un empleo, tiene dignidad, y decide cómo quiere utilizar ese dinero. La creación de empleo es fundamental, y los trabajos solo los genera, de manera sostenible en el tiempo, el sector privado. Las grandes empresas pueden agarrar su inversión e irse a otro país, pero para que las pequeñas empresas, las medianas empresas, los que tienen hasta 25 o 30 empleados, para que ellos inviertan tiene que haber seguridad, algún grado de predictibilidad, o conocer los riesgos, y tiene que tenerse un norte, un rumbo, de hacia dónde van las cosas.
¿No hay esas condiciones acá?
Hace años, cuando yo estaba en el Gobierno, creíamos que El Salvador podía llegar a hacer lo que han sido Irlanda, Australia, Hong Kong, Japón, en el camino es emular lo que Chile e incluso China han logrado hacer. Hoy día no podemos ni siquiera competir con Guatemala y Honduras. Se lo adjudican a la inseguridad, pero Guatemala y Honduras están igual de inseguros que nosotros, lo que nos está pasando es que el Estado ha ido creciendo demasiado y quitando espacio de lo que los ciudadanos, tanto en el sector privado como en la sociedad civil, podemos hacer confunde a los ciudadanos, pero también ese debilitamiento de las instituciones del Estado, que ya de por sí eran relativamente débiles, eso hace que la gente viva en cierto grado de desesperanza. Honduras está creciendo más que nosotros, han comenzado a implementar lo que llaman “región especial de desarrollo” (RED), han tomado una parte del territorio y allí habrá jueces ingleses para dirimir conflictos, las mejores políticas públicas que han resultado en Singapur, Hong Kong y países similares, y la idea es que quienes lleguen a invertir allí, a trabajar allí, vivan bajo las mismas condiciones de seguridad y de ingresos personales que Estados Unidos, ya cambiaron la Constitución para hacer eso. Imagínese que en un pedazo de El Salvador, bajo la bandera salvadoreña, se tengan las condiciones similares a las de Hong Kong, Singapur o Inglaterra... si no lo hacemos, Honduras nos va a ganar el mandado porque ellos ya lo están haciendo. Hay una serie de opciones que ya otros en el vecindario las están comenzando a implementar, y que nosotros no deberíamos quedarnos atrás. Algo como eso, no importa si usted es un partido morado, verde, azul o anaranjado, algo como eso funciona, y en la medida que funcione usted puede decidir cómo emularlo en el resto del país.
¿Cómo evalúa las medidas de política económica actuales?
Lo que he visto es un El Salvador que después de los Acuerdos de Paz comenzó con una visión de querer parecernos más a países que han sido muy exitosos, que también han salido de la guerra, como Japón y Corea, la misma Alemania o países que iban en ritmo de crecimiento lento, como Australia, Nueva Zelandia, o países comunistas, como China, que decidieron tener zonas con régimen jurídico y de seguridad como el que acabo de describir. Veo que empezamos por ese camino, si ponemos de un lado a Chile y del otro a Cuba, la aguja iba moviéndose en dirección a Chile, y lo que he visto, para ser honesto y sin querer entrar en política, es que nos estamos moviendo hacia Cuba, donde el Estado está creciendo acelerada y exageradamente, donde las instituciones están siendo violentadas, corrompidas, diluidas, capturadas por intereses donde estamos perdiendo parte de esa gran distinción que tenemos los salvadoreños de hacer las cosas por nosotros mismos, porque se está esperando, en algunos casos, que sea el Estado el que me dé los zapatos y me vista. Si así era en Cuba, andaban todos uniformados, pero en Chile crearon empleos y la gente escoge cómo quiere vestir. El país estaba migrando o apuntando hacia más libertad, y se ha venido transformando en un país de menos libertades y de menos predicción, y eso lo que hace es afectar el desarrollo económico y social de su gente.
¿Qué tanto influyen en el estado actual de la economía las reformas económicas que se impulsaron cuando usted fue funcionario?
Cuando se abrió ANTEL a la competencia, había tres teléfonos por cada 100 habitantes. Para tener un teléfono usted tenía que conocer al jefe del sindicato o al presidente de ANTEL. La tercera opción era ver quién vendía una línea, por hasta $2,500. Hoy tenemos 150 teléfonos por cada 100 habitantes, esa fue una transformación que le dio a los salvadoreños la posibilidad de acceder al conocimiento, a la información, a la comunicación. Ese tipo de reformas, que no son dogmáticas o filosóficas, sino pragmáticas, es sumamente importante que se sigan haciendo en todas aquellas áreas donde se puedan realizar, porque han funcionado. La integración monetaria, antes las tasas de interés eran del 30%, cuando éramos un país con grado de inversión. Con la integración monetaria los intereses bajaron a menos del 7% lo que permitió en aquella época a más de 200,000 familias tener acceso a una vivienda, porque ya podían pagar el préstamo. Ese tipo de cosas es importante no perderlas de vista, no son la solución a todos los problemas, pero sí nos iba moviendo a la dirección de esos países que están funcionando... dejamos de movernos en esa dirección y estamos yendo hacia algo que incluso aquí ya fracasó, porque ya tuvimos un esquema de instituciones nacionalizadas y débiles, ¿por qué volver a tropezar con la misma piedra?
¿Se están revirtiendo estas reformas?
Yo sí he visto en los últimos años, como si usted tuviese su casa y le empezaran a quitar ladrillo por ladrillo, teja por teja... cuando un programa que a mi juicio era bastante bueno, como el programa EDUCO, donde los padres de familia formaban parte de las decisiones de las escuelas, cuando eso empieza a desarmarse no solo se está fortaleciendo a los sindicatos, que son la base de un partido político en particular, sino que no se le está dando a los niños la calidad de educación que merecen y necesitan para que al crecer puedan conseguir un empleo que les permita salir adelante. Cuando comienzan a querer reformar la Constitución al estilo de muchos de los países de Suramérica, como Ecuador, Bolivia y Venezuela, esas son partes de la casa que se están queriendo quitar. Cuando comienza a crecer el tamaño del Estado en una manera acelerada, eso es ir desarmando ese país que se estaba construyendo un poquito mejor.
¿Qué ha faltado?, porque el país ha tenido varios años de crecimiento económico bajo.
Cuando comparamos el crecimiento que se tuvo en ese momento, con otros países, no era el número uno, pero iba por un camino sostenible, las reformas tomas más o menos un período generacional, 25 años, lo que se empezó en los noventa iba a dar todos sus resultados por 2020, eso es lo natural, fue lo que le pasó a Chile, a Hong Kong... nosotros hemos tenido lamentablemente algo similar a una segunda década perdida, a la que nos hacíamos referencia en los ochenta por la guerra. Estamos viviendo una segunda década perdida donde la gente ya no está pensando en invertir acá, o son inversiones pasajeras, o de altísimo riesgo que requieren recuperar la inversión en el corto plazo, o son inversiones políticas de otros estados en nuestro país, que no son sostenibles porque el día que ese Estado se transforma, se acaban. Se necesita inversión que genere empleo, como el de estas regiones especiales de desarrollo.
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